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Marcar posición, valorar y ampliar derechos

Comenzamos a acercarnos a los últimos meses del año, siendo un tiempo decisivo y de balances preliminares. Los resultados electorales que marcaron las PASO y la reapertura de las actividades presenciales, nos ubican a la expectativa de un escenario que tendrá nuevas particularidades. En este contexto, continuamos investigando, articulando y trabajando para aportar, desde nuestro lugar, a la reducción de daños y vulnerabilidades de nuestra sociedad.

Durante este tiempo, observamos en la agenda pública la presencia de dos temas que hacen directamente a nuestro campo de intervención. Por un lado, el cuidado de la salud mental, en tanto una cuestión de protección de derechos y de salud pública, permaneció como un asunto de álgida discusión, no solo por las consecuencias que derivaron luego de poco más de un año de pandemia por Covid-19, sino también por los pronunciamientos de diversos colectivos (infancias y juventudes, deportistas de alto rendimiento, celebridades, entre otras), los violentos procedimientos de las fuerzas de seguridad, y los discursos que circularon desde los medios de comunicación sobre la legislación vigente. En la 68º edición de INTERCAMBIANDO, las problemáticas que hacen a este eje las abordamos a partir del imprescindible artículo de Daniel Korinfeld, El suicidio de adolescentes y jóvenes como problema de la comunidad En este texto, el autor explica la importancia de comprender “la salud mental estrechamente vinculada a las condiciones sociales, económicas y culturales imperantes de cada época” para pensar respuestas comunitarias. También lo tratamos a través del potente diálogo interdisciplinario entre Ana Valero, Eugenia Decca y Jorgelina Di Iorio en torno a la actualidad, las estrategias y desafíos de la implementación de la Ley Nacional de Salud Mental en Argentina. Una conversación aguda para comprender las complejidades y tensiones que se entraman alrededor del giro paradigmático que supone la ley.

Por otro lado, durante la campaña electoral que antecedió a las PASO circularon una diversidad de testimonios y posicionamientos políticos -la mayoría de ellos sustentados en escasa y nula evidencia científica- en torno a la regulación del cannabis para uso adulto en Argentina. En relación a esta temática, incluimos en la sección publicaciones La ley de drogas en números. Sobre la pretendida lucha contra el narcotráfico, una investigación de Florencia Corbelle, que repone con estadísticas las dramáticas consecuencias de la implementación de la ley Nº 23.737. Asimismo, compartimos las distintas acciones de intervención e incidencia que llevamos adelante desde los proyectos que integran a Intercambios Asociación Civil, bajo el lema #AbramosElDebate.

Encontrá más publicaciones disponibles para su descarga, novedades institucionales, noticias breves y una imperdible agenda de eventos. Entre ellos, no olvides agendar la 19º Conferencia Nacional sobre Políticas de Drogas que se realizará del uno al tres de diciembre. Esperamos que disfrutes de esta nueva edición del boletín INTERCAMBIANDO.

 

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Informe
El suicidio de adolescentes y jóvenes como problema de la comunidad

Autores

Hace tiempo que las organizaciones internacionales y nacionales que se ocupan de la salud pública nos advierten del incremento de las tasas de suicidio en el mundo, un incremento que se verifica sobre todo en lxs adolescentes y jóvenes. Se trata de un problema de alta complejidad que para ser abordado requiere tener en cuenta un conjunto de dimensiones entrelazadas.

"Crear esperanza a través de la acción" es el lema que han propuesto para la tarea de sensibilización 2021-2023, que tiene como objetivo instalar el concepto de que el suicidio se puede prevenir; recordemos que el 10 de septiembre es el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, una fecha instaurada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés) y copatrocinada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Es importante pensar la salud mental estrechamente vinculada a las condiciones sociales, económicas y culturales imperantes de cada época. Es posible relacionar los intentos de suicidio o los suicidios consumados (recordemos que se estima que por cada suicidio consumado se realizan muchas más tentativas) con diferentes desencadenantes y coadyuvantes, tales como situaciones de violencia, violencia intrafamiliar, de género, abuso sexual, acoso entre pares, estigmatizaciones, problemáticas interculturales, consumo abusivo de sustancias, pérdida de seres queridos, condiciones y situaciones de sufrimiento psíquico, que pueden llevar a una persona a sentirse en un callejón sin salida, es decir, que no necesariamente nos encontramos en presencia de psicopatologías específicas. Las situaciones de catástrofes y de emergencia humanitaria como la que aún estamos atravesando, también pueden despertar impulsos autodestructivos. Pero, aunque en ocasiones podemos hallar alguna pista de los motivos que pueden conducir a alguien a esa situación, siempre queda un interrogante de lo que pudo haber llevado a esa persona a desear, a imaginar quitarse la vida, a realizar ese acto; es lo que llamamos el enigma de cada suicidio.

El abordaje de este problema, cuya magnitud es necesario advertir, comienza por el modo en el que lo formulamos. Se trata a nuestro entender de un problema de salud pública que toca al corazón de nuestra cultura en general, de la vida en común, de las relaciones entre generaciones. No es un tema que deba quedar en manos exclusivas de los especialistas en salud mental; por supuesto que los saberes, conocimientos y herramientas de los profesionales de la psicología y la psiquiatría son imprescindibles, pero es una problemática que debe ser abordada desde las mismas comunidades, en cada una de ellas reside un potencial de saberes de cuidado y de acompañamiento que es necesario en muchos casos reactivar.

Es importante pensar qué y cómo podemos hacer desde los diversos lugares y funciones que ocupamos en las instituciones en general, escuelas, clubes, centros barriales, organizaciones de la comunidad; eso requiere estar mejor articulados con los centros de salud y salud mental, cuya accesibilidad es necesario garantizar. Y al interior de cada institución ¨de encuentros de adultos con niñxs, adolescentes y jóvenes¨, comenzar a tratar este tema tabú, sensibilizarnos al respecto, conocer sus mitos, también las recomendaciones y sugerencias que nos brindan las agencias de salud mental. De este modo es posible estar mejor preparados para un acompañamiento de los conflictos, una escucha activa y hospitalaria de las situaciones de sufrimiento que son parte de la vida individual y colectiva, y desde allí prevenir muchas situaciones que pueden derivar en comportamientos autoagresivos. Esa perspectiva institucional y comunitaria hace que cada acompañamiento realizado tenga un impacto positivo no sólo para el conjunto de los actores de esa institución o comunidad.

Salud mental en Rosario

Algunas de las principales líneas de acción por parte de las instituciones comienzan por no esquivar el tema. Hablar del suicidio, cuando la ocasión lo amerita y en un contexto de cuidado, no incita al mismo y por el contrario tiende tanto a aliviar a quien está en esa situación, así también a encauzar la situación hacia una vía terapéutica.

Otra línea de acción permanente y de potencial preventivo apunta a propiciar una mayor participación integral de niñxs, adolescentes y jóvenes en los diferentes espacios comunitarios e institucionales, participación en los asuntos comunes que brinde nuevos sentidos, oportunidades y experiencias desde relaciones intergeneracionales que sostengan los derechos correspondientes; de ese modo podremos neutralizar las corrientes mortíferas que, dirigidas hacia los más jóvenes, circulan en nuestras sociedades.

Trabajar mejorando las redes de contención y apoyo psicológico, en una tarea de escucha y acompañamiento; esto supone poder anticipar muchas de las situaciones que podrían proseguir como autoagresiones, y poder acompañar y realizar un seguimiento cuando detectamos situaciones complejas.

Hay medidas muy concretas que a veces se olvidan: estar atentos a limitar el acceso a medios de suicidio en general, y en particular respecto de quien puede estar en una situación de riesgo.

Continuar la tarea de formación hacia los medios de comunicación para el tratamiento de las informaciones y las noticias sobre suicidios para una comunicación responsable y apropiada. Hay una tarea por demás difícil todavía en el marco de un debate mayor respecto a la circulación de la información y manipulación sobre el tema en las redes sociales, un intercambio que es necesario instalar en todos los ámbitos que hemos mencionado.

Como vemos, hay mucho por hacer, y cada una de esas acciones va a contribuir con su aporte a mejorar la vida cotidiana de todos.

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Entre el estigma y la invisibilidad
Un diálogo interdisciplinario sobre la Ley Nacional de Salud Mental
Entrevistadas

En los últimos meses estuvo muy presente en la agenda mediática la cuestión de la “salud mental” a partir del incidente que sufrió el cantante Santiago “Chano” Charpentier en manos de las fuerzas de seguridad. Una situación que no es única, ni nueva (1).

Conversamos con Ana Valero (2), Eugenia Decca (3) y Jorgelina Di Iorio (4), tres profesionales de distintas disciplinas del campo de la salud mental sobre la situación actual de la implementación de la Ley Nacional de Salud Mental (LNSM), los principales obstáculos y desafíos a enfrentar.

 

Si tomamos el hecho de Chano como un analizador ¿Qué pone en evidencia en torno a la plena implementación de la Ley Nacional de Salud Mental (LNSM)?

AV- Las situaciones, de la que Chano es un ejemplo, no son únicas ni son nuevas. Y en ese sentido, partimos de un escenario en el que existe la confrontación entre dos paradigmas: una perspectiva que podemos llamar manicomial asilar y una perspectiva centrada en la protección de derechos de las personas con padecimientos mentales, que es la que instituye la ley 26.657 (LNSM).Esta supone un giro paradigmático pero también una transformación de orden sociocultural, porque impulsa una forma de atención y cuidado que implica protección de derechos en contraposición a su desmantelamiento. El paradigma manicomial asilar, que en parte continúa vigente, se basó en una idea que asociaba estrechamente peligrosidad con padecimiento psíquico o mental. Y esta era la base para justificar internaciones por tiempo indefinido. A diferencia de esto, la LNSM introduce el concepto de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros, como señala el artículo 20, a partir del cual se refiere a una evaluación interdisciplinaria que permita valorar la complejidad de la problemática en el contexto en que se produce. El paradigma manicomial asilar se apoyaba también en un fuerte entrelazamiento entre el ámbito de salud con el ámbito judicial, siendo esto característico de todas las respuestas del campo de la salud mental. Estas prácticas continúan y se proyectan hasta el presente, incluso luego de la sanción y promulgación de la LNSM en 2010, en situaciones que implican el cercenamiento de derechos, desde los más básicos hasta situaciones de violencia institucional de gran gravedad (5). Entonces, la LNSM instituye una forma de atención que se basa en dispositivos diversos según las necesidades de las problemáticas de las personas, y establece que la atención debe realizarse con dispositivos distribuidos territorialmente, dentro del ámbito comunitario de pertenencia de las personas. Pero, que la ley suponga un giro paradigmático y una transformación sociocultural, eso no se produce de la noche a la mañana. Y en ese sentido, si bien implicó un cambio sustantivo, no basta con la sanción de una ley.

ED- Cuando se hizo pública la situación de Chano, me generó mucha bronca. Escuchar las cosas que se decían en los medios para legitimar el uso de las fuerzas en situaciones vinculadas con padecimientos subjetivos o con consumos problemáticos, o cuando se daban los dos asociados. Es necesario remarcar que, en esa misma semana, se dieron las muertes de dos mujeres trans en situaciones similares. Y no me parece menor que hayan quedado silenciadas, en esto del capitalismo y el patriarcado y sus lógicas funcionando en todos los escenarios de la vida cotidiana. Y por otro lado, también me hizo pensar en dos conceptos muy puntuales: el de salud mental, entendido en el marco de la LNSM, y el de seguridad, más pensado como la idea generalizada en la sociedad de velar por el orden público y prevenir el delito y, en caso de que haya un delito, castigar. Y la función de la policía con esa idea de seguridad y la formación de todas las fuerzas de seguridad nacionales en ese marco. Es necesario pensar cuáles son los ámbitos reales en los que termina participando la policía, sin la formación para entender qué es un padecimiento subjetivo, qué pasa con el uso de la fuerza en esos momentos, qué pasa con una persona que está bajo los efectos de alguna sustancia en el momento determinado que la policía se le acerca. Son dos lógicas de respuestas muy diferentes para las que la policía no está formada. Pero la policía sigue apareciendo, desde la mirada de la sociedad en general, como una autoridad moral que puede decidir qué está bien y qué está mal. Ahí me parece que la idea de peligrosidad, que decía Ana y que viene de la psiquiatría positivista, se asocia a la idea de criminalidad de las personas que tienen consumos problemáticos de drogas. Aparece el uso desmedido de la fuerza como un posible castigo, como una forma de tranquilizar. Y otra cuestión que es importante traer es que hay un protocolo vigente desde el año 2013 para la policía federal y para todas las fuerzas de seguridad. Córdoba también tiene uno. Pero pareciera que no circula, que dentro de la formación que se le da a las fuerzas policiales sigue estando la prevención y la persecución del delito como el único objetivo posible, cuando en realidad actúan como en diferentes escenarios. También pienso en cómo se construyen y sostienen los discursos en torno a la locura y a los consumos problemáticos. Y qué rol tenemos quienes trabajamos con estas personas ¿De qué lado nos ponemos para trabajar con esas personas? Como para analizar también nuestras prácticas, no solamente las de la policía.

JDI- Siento que una de las cosas que pone en mayor evidencia en torno a la plena implementación de la ley, es la figura de la atomización o la disociación que hay en la praxis de la salud comunitaria. Porque hay algunos profesionales que sí hacemos una defensa de la ley, pero también hay muchos profesionales del campo de la salud mental, en la amplitud de la interdisciplina que plantea la LNSM, que han salido a plantear las fallas de la ley a partir del caso Chano. El campo está atomizado y es heterogéneo. Por un lado, muestra la disociación entre el propio campo de la salud mental y el uso de drogas. Por otro lado, entre la salud y el cuidado. Las fuerzas de seguridad a veces son necesarias en determinado tipo de situaciones, por ello hay un protocolo que marca el modo de actuar, distinguiendo. Pensar el lugar de las fuerzas de seguridad en la producción social de cuidados, no es lo mismo que pensar en la coerción de las fuerzas de seguridad para prevenir el delito, porque el campo de la salud mental y de los usos de drogas es un campo de los cuidados, no de los delitos. Esa disociación entre el campo de la atención y la vida social comunitaria, puede observarse en el universo de sentidos de la vida cotidiana. Porque no fue solamente el tratamiento de los medios de comunicación, sino también lo que circuló en términos de memes y chistes, que son saber popular y los modos que ciertas ideas se instalan, se reproducen y se ponen evidencia. Esto es la vigencia de una matriz patriarcal y colonial para pensar el mundo, pero además prohibicionista. Me parece que la LNSM, con estos dos modelos en disputa, en la especificidad del campo de drogas, es una ley que no es prohibicionista. Justamente, habla de adicciones en el artículo cuatro, no de todos los usos de drogas, por lo cual está reconociendo, implícitamente, que hay algunos consumos de drogas que no entran dentro del campo de la salud. Me parece que la reacción que generó el caso Chano, se pone más en evidencia porque hay una situación de consumo problemático. Se abre todo un campo vinculado a que la “ley no sirve para los consumos problemáticos”, para ellos aparecen las fuerzas de seguridad y esas prácticas que conviven de modo disociado, porque conviven dos paradigmas y dos leyes que también están disociadas: la LNSM y la 23.737 (de Estupefacientes). Dentro del propio campo de la salud mental, cuando hablamos de drogas, la respuesta es prohibicionista, la respuesta es el encierro. También es importante señalar todo lo que implicó pensar la LNSM desde los derechos humanos, es lo que ha garantizado que la ley se implemente. Esa relación, cuando se mete con las personas que usan drogas parece que no fueran parte. Con Eugenia hemos trabajado fuerte en el #AcompañeNoCastigue, porque son personas que tienen derechos, por más que usen drogas. Eso no las inhabilita.

ED- Pienso que quizás tiene que ver con una lectura biologicista. Lo que escucho es, “el loco es algo físico, no puede decidir si es loco o no lo es”, en cambio, la persona que usa drogas es culpa de él o de ella. La mirada es diferente y eso es lo que actúa como barrera de acceso a todos los demás derechos: “es culpable, elige hacerlo sabiendo que es un delito, por lo tanto ¿qué derechos tenés?”. Hay un texto que se llama “La lógica de la sospecha” (6), que es un estudio antropológico que tiene que ver con jóvenes en situación de pobreza con consumo de paco. Evidencia cómo la sospecha de no ser atendido, de ser discriminado, de ser denunciado, hace también que las personas que tienen consumos problemáticos no se acerquen a ningún dispositivo.

AV- Opera para el imaginario social como un sujeto diferencial. La cuestión de lo moral está atravesando constantemente la construcción de significados. Recordaba la película “La noche del señor Lazarescu”, que se plantea que el consumo problemático en torno al alcohol, de manera descontextualizada, en el cual hay una escena en que el médico de guardia palpa una cicatriz por una úlcera con la intención de hacer doler. Por esta cuestión de la responsabilidad y de esta atribución de una voluntad, con juicio moral acoplado.

 

Otra cuestión es que el incidente habilitó a que se generen una serie de críticas y desinformaciones sobre aspectos que son regulados explícitamente por la ley, cómo lo referido a las internaciones involuntarias y la evaluación de riesgos para sí o para terceros. ¿Qué lectura hacen de este tipo de ataques a la LNSM? ¿Y qué sectores observan como principales detractores?

JDI- No quisiera dejar de pensar en el impacto que tuvo la pandemia, porque muchos de estos ataques son la avanzada de una mirada antiderechos, de mayor impunidad, más prohibicionista, muy moral, que se hace evidente en el campo de la salud mental. Y no es muy diferente a lo que estamos viviendo como sociedad. Como cuando se hablaba de dictadura cívico-militar, no sé si hay detractores, lo que sé que hay es una matriz cívico-eclesiástica-económica que se enraiza en distintos actores. A veces son públicos, a veces organizaciones de la sociedad civil y otras veces son religiosas, sin decir con eso que todas son lo mismo, porque es heterogéneo ese campo. Pero hay una matriz antiderechos que pide mano dura en todos los ámbitos. Se hace evidente en el encierro en términos de salud mental, cuando se pide bajar la edad de imputabilidad para les niñes, y cuando está en contra de la interrupción legal del embarazo; como para hacer conexiones de matrices, porque sino también reproducimos otra de las fragmentaciones. Yo no creo que sea desinformación lo que pasa con la ley. No es que no se sabe. No se quiere saber, que es una operatoria del discurso. Obviamente, los medios de comunicación son los primeros, pero es también lo que pasa en la vida cotidiana: son las fakes news, es lo que ves en las redes, en Whatsapp, son los memes. Sin ingenuidad en la producción de esos contenidos, que usa la desinformación como una operatoria de avanzada conservadora y antiderechos, en un sentido muy amplio. No es que no existan internaciones, sino que se dan en un marco. Hay un lobby económico y conservador que está.

ED- Me parece que los mayores detractores son los que están parados en el paradigma de enfrente y que siguen sosteniendo la hegemonía médica como única posibilidad. Que no reconocen los derechos de usuaries y que siguen insistiendo con esta idea de pacientes. Pero esto también está atado a relaciones farmacéuticas y a las corporaciones de las comunidades terapéuticas. No pueden pensar en los abordajes territoriales, comunitarios, por lo tanto, tampoco en espacios de asistencia o terapéuticos que no tengan que ver con internaciones prolongadas. Quienes están enfrente son grupos de poder que están en la misma matriz que mencionaba Jorgelina.

AV- Es importante señalar que la LNSM instituye la internación como un recurso terapéutico de carácter restrictivo cuando aporte mayores beneficios que el resto de las intervenciones que pudieran realizarse en el entorno familiar, comunitario y social, esto lo establece el artículo 14. Se la concibe como excepcional mientras que sean posibles otros abordajes ambulatorios. Establece una serie de criterios, parámetros y organismos encargados de supervisar, controlar y revisar las condiciones en las que se desarrolla la internación, fijando periodos claros de revisión y quiénes son los actores comprometidos. Eso es todo un armado que va en contra sentido de esta matriz que planteaba Jorgelina, en la que acuerdo plenamente. Por otro lado, destacaría el atravesamiento de intereses corporativos, desde un anclaje ético-político y también económico, de las industrias farmacéuticas, de las comunidades terapéuticas y de las clínicas. Porque hay una cierta complicidad con los procesos de formación profesional en los ámbitos académicos y los ámbitos privados, y los intereses de las clínicas. Ahí se da una articulación de espacios que abarcan lo público, lo privado y que se vincula también con el sostenimiento de las clínicas.

 

Entrevista

Me gustaría consultarles, ¿hay proyectos de ley o propuestas presentadas de modificaciones de LNSM? ¿Qué plantean? ¿Desde qué paradigmas y posiciones ético-políticas se construyen esas contrapropuestas a la LNSM?

AV- No tengo el detalle del estado parlamentario de cada uno de los proyectos, pero la LNSM es una normativa de avanzada, de reconocimiento internacional respecto de la protección de derechos. Es sólida y consistente, en tanto el articulado abarca distintos aspectos que se van entrelazando. La modificación de un artículo como del 27, que sabemos que hay proyectos de modificación en curso, supondría un retroceso en ese entramado complejo.

JDI- Hay un proyecto de modificación del artículo 27 (que trata el cierre y la prohibición de instituciones o dispositivos monovalentes), mientras que del artículo cuatro (sobre la inclusión de las adicciones en el marco de salud mental), hay es un lobby desde hace muchos años que nunca se logró presentar. Los detractores están desde que se creó la ley, nucleando a algunas organizaciones que son, sobre todo, prohibicionistas, incluso grupos de familiares de usuaries. Esto nos desafía a pensar cómo dialogar con quienes no están pensando igual, tenemos que encontrar puntos de encuentro en clave de defensa a la ley.

 

Y por último, ¿cuáles son hoy los principales desafíos a afrontar y qué estrategias piensan que son urgentes llevar adelante para una aplicación efectiva de la LNSM, tanto desde el Estado como desde la sociedad civil?

AV- Lo primero que se me ocurre para pensar es que la ley se aplica de forma parcial, incompleta, pero se aplica. Es necesario el reconocimiento de experiencias de abordaje que ya están en marcha, porque sino parece que partimos de una historia en donde todo está por crearse. Muchos proyectos están en funcionamiento pero muy a pulmón. Entonces, me parece que hay una cuestión que tiene que ver con lo presupuestario que, sin dudas, es estratégica y fundante. El presupuesto que indica la ley que se debería aplicar es del 10% del presupuesto de salud, y hoy se aplica menos del 2%. Y una gran proporción de ese 2% se aplica al sostenimiento de los hospitales de las estructuras antiguas, monovalentes. Por supuesto que esto no describe íntegramente las prácticas que se desarrollan al interior de estas instituciones, lo que sí indica es dónde está puesto el peso hoy de las acciones. La ley impulsa un criterio que tiene que ser fundado en un equipo interdisciplinario, eso supone en un giro circunstancial en el ángulo de mirada respecto de las internaciones. Ahí tenemos toda una paradoja para pensar qué es lo que hay que desafiar y desmantelar, porque ese sistema manicomial tiene todavía continuidad en el presente. Esa ambivalencia, con guardias que todavía no tienen equipos interdisciplinarios.

ED- A mí me interesa plantear lo que pasa en Córdoba, donde hay una ley de salud mental particular, además de la LNSM. Sucede que las cabezas de la Dirección de Salud Mental, son cabezas que están basadas en el antiguo paradigma. Entonces, lo que viene pasando tiene que ver con un desmantelamiento de los espacios comunitarios, de las asociaciones de usuaries y de salud mental. Usuaries del Hospital Neuropsiquiátrico (Provincial de Córdoba) nos cuentan que se están volviendo a usar las salas de contención. Todo lo contrario a lo que la ley regula como derecho. Durante la pandemia se blanquearon todos los murales hechos por usuaries del Neuropsiquiátrico. Fue como haberle pasado una topadora. Lo que no quita que haya equipos en los diferentes hospitales, incluso en esa institución, que siguen trabajando desde una perspectiva de derechos y apuntalando la aplicación de la ley. En este contexto, es muy complicado pensar en financiamiento. Desde el Estado provincial no existe, ni para público ni para privado, y sí está bueno reconocer a todes les profesionales y no profesionales que estamos trabajando y acompañando desde esa perspectiva.

JDI- Desde la falta de dispositivos, se avanzó pero el ideal de “Sin Manicomios para el 2020” es una idealización. Hay procesos muy lentos. El ejemplo más claro es el de la provincia de Buenos Aires, donde se ha avanzado muchísimo pero faltan dispositivos, trabajadores, ni que hablar para el campo de personas que usan drogas. Ahí se hace más difícil porque hay un montón de lobbies dando vuelta. Es difícil pensar la integralidad en la atención de las personas que usan drogas. Y ni que hablar que si no se deroga la ley de drogas, no va a haber salud mental. Sin salud mental no hay salud integral, sin despenalización no hay salud mental tampoco. Salud mental, desde la ley, tiene que ver con integrar, con sentirte parte de una comunidad, con acceder a derechos. ¿Cómo estamos atendiendo a la salud mental? Desde la perspectiva de acceso a una vida digna.

AV- Una clave que me convoca mucho a pensar es atender a los circuitos de usuaries, de trabajadores, pero fundamentalmente de usuaries. ¿Qué pasa con los procesos que conducen a una internación y en el marco en el que se dan, y que resultan después en una re internación? Hoy las internaciones son más breves pero son más frecuentes, porque no hay otros dispositivos. Entonces no hay que dejar de poner un ojo en los recorridos, las trayectorias o los circuitos que se van generando, y los circuitos paralelos o alternativos que, a veces, suponen la profundización de prácticas manicomiales. Desde el GESMYDH, esto lo aprendimos trabajando en conjunto con el equipo de Rosario y de la provincia de Santa Fe. Ellos hablan de sustitución de lógicas manicomiales, las cuales trascienden la institución y se instalan en otros dispositivos y espacios. Es posible, la “amenaza” de creación de nuevos dispositivos en términos de unidades manicomiales de menor escala. Sobre la sociedad civil hay un aspecto central, que tiene que ver con las experiencias transformadoras y en consonancia con la LNSM que ya están en curso, y que van decantando en aprendizajes. La inclusión de la movilización social y la concientización del concepto de salud mental como un derecho, también permite a la sociedad civil ser un protagonista clave para que la ley efectivamente se implemente. Y a la vez, todo este mecanismo y proceso de implementación plena, desafía que varias cosas tengan que ser hechas en simultáneo: hay que sostener, desmantelar y crear. Eso requiere una intencionalidad política, una coordinación y una intención de supervisión muy importante. Es importante también la atención a la singularidad de algunos conjuntos poblacionales específicos. Me refiero a abordar en perspectiva interseccional las vulnerabilidades y vulnerabilizaciones de conjuntos tales como niñas, niños y adolescentes, como personas mayores, distintos tipos de atravesamientos que tengan que ver con géneros, edades, sectores sociales, pertenencias e identidades socioculturales diferenciadas o diversas. Y por último, también referir a esta cuestión de orientar los procesos de formación de diferentes actores, profesionales y no profesionales, incluyendo también de las fuerzas de seguridad, educadores, etc., de manera acorde con el sentido de la ley y todo el plexo normativo. En otras palabras, lo que hace falta en torno a la ley, es traducirla en transformaciones de prácticas para aplicarla en forma plena. Como puede ser la construcción de acuerdos entre distintos sectores, la asignación de recursos, consolidar experiencias transformadoras que están en curso y que promueven la protección de derechos y otras formas de abordaje. También se requiere avanzar en proyectos y experiencias de internaciones sustentables, apoyos organizativos, financieros, no solo emprendimientos de orden cooperativo y de empresas sociales, sino también emprendimientos artísticos, la creación de dispositivos intermedios, transformar aquellos dispositivos que están funcionando con perspectiva contradictoria con respecto a la ley hasta su implementación plena.

NOTAS
(1) A lo largo del año se registraron múltiples casos de violencia por parte de las fuerzas de seguridad ante hechos vinculados al consumo problemático de drogas o a padecimientos psíquicos. Algunos de ellos fueron el de Martín “Tino” John en Chubut, Victoria Núñez en Entre Ríos, Fátima Barrios en Formosa y el de Nicolás Ruíz en Salta.
(2) Ana Valero. Antropóloga. Investigadora del Grupo de Estudios de Salud Mental y Derechos Humanos (GESMYDH) del Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Forma parte del Consejo Consultivo Honorario en Salud Mental y Adicciones.
(3) Eugenia Decca. Trabajadora social. Integrante del equipo de Programa del Sol (Córdoba). Integra el módulo de trabajo con mujeres y disidencias, el equipo de talleres y el área comunitaria.
(4) Jorgelina Di Iorio. Doctora en Psicología. Investigadora del CONICET. Coordinadora del área de Intervención y Capacitación de Intercambios Asociación Civil. Forma parte del Consejo Consultivo Honorario en Salud Mental y Adicciones.
(5) Pueden encontrarse diferentes documentos e informes que describen hechos de violencia institucional en el campo de la salud mental, siendo Vidas arrasadas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) uno de los antecedentes más claros.
(6) Epele, M. (2007). La lógica de la sospecha. Sobre criminalización del uso de drogas, complots y barreras de acceso al sistema de salud. Cuadernos de Antropología Social, Nº 25, pp. 151-168.

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XIV Congreso Argentino de Salud Mental. IV Congreso Argentino de Abordaje Interdisciplinario de los Consumos Problemáticos
20-22 de octubre de 2021
Modalidad virtual
Organiza la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM)
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Webinario para la sociedad civil: desarrollos globales sobre VIH/Sida
28 de octubre de 2021. Viena, Austria.
Modalidad virtual Organiza Vienna NGO Committee
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8as Jornadas de Salud Mental y Consumos Problemáticos
11-12 de noviembre de 2021
Modalidad presencial
Organiza el Hospital Nacional en Red “Lic. Laura Bonaparte”
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Constellations: Festival en línea sobre drogas y reducción de daños
16-24 de noviembre de 2021
Modalidad virtual
Organiza Harm Reduction International
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19° Conferencia Nacional sobre Políticas de Drogas
1-3 de diciembre de 2021
Modalidad virtual
Organiza Intercambios Asociación Civil
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Continuación del 64º período de sesiones de la Comisión de Estupefacientes (CND)
9-10 de diciembre 2021
Viena, Austria
Transmisión en vivo
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