Relato de una pasantía en Intercambios AC

Entre septiembre y marzo, Eleonora Storelli realizó unas pasantías en Intercambios Asociación Civil. Ella es psicóloga graduada de la Università degli Studi di Milano-Bicocca y viajó desde Italia con el propósito de perfeccionar su español y conocer más sobre la psicología social y comunitaria. A lo largo de este tiempo, compartió diferentes espacios y actividades con integrantes de los equipos de Intervención e Investigación.

El siguiente texto relata su experiencia en la asociación durante estos meses, desarrollando una síntesis muy valiosa de sus aprendizajes y reflexiones.

Queremos agradecerle mucho el tiempo compartido, deseamos que estos conocimientos puedan acompañarla en las nuevas oportunidades y desafíos que le depare el futuro. Seguramente nuestros caminos volverán a cruzarse.



De Milán a Catán - Hablar otro idioma

Mi experiencia en Intercambios fue una increíble sucesión de emociones, encuentros, aprendizaje y descubrimientos.

Llegué de Milán hace seis meses, con el deseo de mejorar mi español, vivir en una tierra a la que estoy fuertemente ligada, desafiarme a mí misma con situaciones nuevas y conocer la psicología social y de comunidad en Argentina. Todo lo que había imaginado fue claramente superado por la realidad.

Intercambios es una asociación civil con sede en Buenos Aires que se ocupa de la salud mental y la reducción de daños y riesgos asociados con el uso de sustancias desde una perspectiva de derechos humanos. Tuve la oportunidad de entrar en esta realidad conociendo a los profesionales que trabajan en ella, un equipo unido que inmediatamente me hizo sentir parte. Lo que más me sorprendió fue respirar un ambiente relajado, amigable, colaborativo, de apoyo e igualitario, donde la jerarquía, aunque presente, no se destaca por ninguna formalidad o código. Así tuve un ejemplo de un contexto laboral en donde los roles y la distribución de las tareas tienen como objetivo mejorar la eficiencia y la eficacia de la asociación y del trabajo de cada uno, respetando y reconociendo al mismo tiempo la esfera personal de cada miembro que es valorado y apreciado como persona incluso antes que como trabajador.

A pesar de mis dificultades comunicativas y la incomodidad inicial de encontrarme en una dimensión totalmente nueva para mí, cada uno de mis compañeros supo hacerme sentir como si yo fuera parte del equipo desde siempre, pero con la sensibilidad y la paciencia de quien se dirige al recién llegado. Pablo y Jorgelina fueron dos tutores y ejemplo de responsables de los que aprendí mucho. Ambos carismáticos y decididos saben valorar y dejar libertad de acción al resto del equipo, interviniendo para poder supervisar y orientar el trabajo de todos hacia el objetivo común. La mayor enseñanza que me llevo es su capacidad de orientar al equipo manteniendo siempre la confianza, el respeto y la comunicación abierta con los colaboradores y creando un clima amistoso y distendido en el cual poder trabajar y valorar las singularidades de cada uno. Pude aprender algo de la administración de una asociación civil al lado de Sabina y Eleonora, dos mujeres pacientes, multitareas, inteligentes y simpáticas. Me di cuenta de que nunca hay suficientes manos y mentes para mantenerse al día con todo el motor administrativo que permite que una realidad como esta exista. El orden, la atención, la comprensión de las prioridades, la planificación y la paciencia son elementos fundamentales para poder realizar un buen trabajo. En el área de investigación tuve el placer de colaborar con Maria Pia y Yamila, dos mujeres muy inteligentes, perspicaces, apasionadas y serias que me han introducido en su interesantísima actividad. Colaborando con ellas en la sistematización y redacción de un artículo sobre el estigma hacia las personas con VIH en el acceso a la salud pública, pude profundizar en los elementos socio-económico-culturales que influyen en la experiencia de marginación de una gran población vulnerable y que afectan a su calidad de vida personal, social y sanitaria. Pia y Yami me han enseñado mucho sobre lo que significa investigar sobre un tema actual que tiene raíces lejanas y que es tan fuertemente multidimensional. Aprendí elementos fundamentales para estructurar un artículo, buscar fuentes, sistematizar los datos, la importancia del trabajo en equipo para poder repensar y ordenar el material, así como el bienestar que resulta de trabajar con dos mujeres de gran humanidad y sensibilidad.

Mi participación en PAF!, el proyecto de atención en fiestas, fue marginal, pero pude conocer otro eje de acción de Intercambios, coordinado por la carismática Carolina. De ella aprendí la importancia de la organización y de la comunicación para el éxito de una intervención y la posibilidad de sensibilizar, prevenir y acompañar a las personas que consumen sustancias en espacios recreativos. La capacidad de interceptar problemáticas y contextos actuales y la originalidad de las iniciativas son sus puntos fuertes.



Sin duda el proyecto al que dediqué la mayor parte de mi tiempo y de mis energías en estos meses fue No Te Sientas Zarpado (NTSZ), programa orientado a la reducción de daños y riesgos y a la promoción del cuidado y desarrollo de recursos entre adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad social que desde el 2012 opera en González Catán. Los desafíos que han caracterizado mi participación han sido múltiples desde el principio. La distancia a mi casa y la sensación de temor y desconocimiento que se cernían alrededor de este lugar conocido por la peligrosidad y la marginación fueron mis primeros compañeros de viaje. Por suerte mi otra compañera fundamental de viaje fue Mariana, la psicóloga del equipo con la que compartí mucho de esta experiencia, a partir de los viajes que desde el centro de la ciudad nos llevaban hasta Catán, continuando con el intercambio de experiencias de vida, momentos, situaciones, reflexiones y enseñanzas. Me siento inmensamente agradecida de haberla conocido y de que haya sido una fuente de aprendizaje y de intercambio siempre presente, espontánea, estimulante e inteligente. El viaje a Catán, tres horas y tres medios de transporte diferentes para la ida y otros tantos para el regreso, fue un desafío importante. Acostumbrada a las distancias italianas, enfrentarse a los desplazamientos argentinos no ha sido fácil. El cansancio, el despertar temprano y la necesidad de aprender sobre nuevos lugares, rutas y códigos me han acompañado durante mucho tiempo. Este viaje de San Isidro a Catán puedo leerlo hoy como una metáfora del viaje que me llevó de Milán, mi ciudad natal, a esta experiencia en Argentina. Pude enfrentarme a lo desconocido, definir nuevos puntos de referencia, construir mapas mentales, observar y aprender poco a poco a reconocer el paisaje y su cambio a medida que nos alejamos de la ciudad. Enfrentarme con la frustración de no saber y el asombro de darse cuenta de que la realidad es siempre relativa a lo poco que sabemos del mundo. Aprender a no temer sobre la base de los miedos y juicios ajenos, sino a conocer con curiosidad y comprender con mis instrumentos y dejándome acompañar por quien trabaja y vive en estos territorios y con estas temáticas y poblaciones para poder sentirme libre y capaz de construir mi propia comprensión de un contexto tan nuevo a mis ojos y sentidos.

Una vez alcanzada la meta, mi recorrido de descubrimiento se centró en el proyecto en sí, actualmente situado dentro de Cirujas, una asociación de mujeres huerteras. Al principio fue difícil comprender la naturaleza del proyecto, ya que se estaba reestructurando por completo después de dos años de pandemia y la expulsión de la escuela donde residía anteriormente. Pasó varias veces de llegar al lugar sin tareas específicas que realizar o adolescentes con los que interactuar, sobre todo al principio. Pude asistir en seis meses a una profunda transformación del proyecto que se ha delineado cada vez más gracias al equipo que lo compone. Además de Mariana, tuve la suerte de trabajar con Virginia, la coordinadora de NTSZ. Ella es la encarnación de la pasión y la dedicación por lo que hace y en lo que cree, una mujer capaz de priorizar el tiempo dedicado a las personas antes que la productividad. Y es precisamente a partir de esta actitud, valorando la palabra, la escucha empática, las personas y el cultivo de las relaciones, que vi estructurarse y crecer la fuerza y la eficacia del proyecto. La posibilidad de crear relaciones de valor y espacios de encuentro acogedores y sin juicio es el idioma que habla quien forma parte de NTSZ, es el idioma que aprendí a conocer y hacer mío gracias a estos meses de trabajo.

Me siento profundamente agradecida de haber tenido estas dos guías y compañeras de viaje brillantes y unidas que realizan un trabajo admirable en un territorio vulnerable y con pocos recursos materiales. Desde ellas y desde esta experiencia pude también aprender lo que significa trabajar en contextos que ofrecen pocas comodidades, en los cuales tenés que adaptarte a lo que hay, hacer frente a las frustraciones de la incomodidad y lograr construir un espacio de trabajo físico y simbólico donde parece imposible.

El encuentro con el equipo joven que se ha ido estructurando a lo largo de los seis meses ha sido otro elemento de gran aprendizaje. Diana, Adriel, Sebastian y Geraldine son jóvenes que viven en Catán y que han conocido el proyecto en la escuela donde nació. El objetivo de NTSZ es poder llegar a los adolescentes a través de chicos coetáneos o un poco mayores que son capaces de comunicarse y comprender lo que significa ser jóvenes que viven en el mismo lugar, con los mismos problemas, con recursos y dificultades similares. Pude darme cuenta de la importancia del trabajo entre pares y el enorme potencial que puede desarrollar el encuentro con los chicos. Crear un espacio acogedor y sin prejuicios, oportunidades de intercambio donde haya circulación de información segura, posibilidad de expresión e intercambios de reflexión ayudan a desarrollar recursos de atención y prácticas de prevención que son herramientas importantes para poder afrontar un camino de crecimiento, exploración y descubrimiento lo más sereno y seguro posible. Además he comprendido la importancia de crear relaciones de confianza entre jóvenes y adultos de referencia preparados y no juzgantes que puedan acompañar e intervenir en el momento de la necesidad sin reprimir el natural deseo exploratorio hecho de pruebas y errores que es inherente en la adolescencia. Poder desarrollar espacios y dispositivos como este debería ser importante en cualquier contexto habitado por jóvenes y adolescentes. Tener la visión y la determinación de llevarlo a cabo en áreas más marginales y vulnerables como Gonzalez Catán es un desafío complejo que necesita cualquier país del mundo porque permite fortalecer recursos y proporcionar herramientas a una parte del tejido social menos privilegiada, a menudo ignorada e invisible.



A lo largo de esta experiencia me he enfrentado a muchos de mis límites, incluida la dificultad de aprender a comunicarme en otro idioma. A lo largo de estos meses y gracias a las numerosas situaciones y experiencias vividas y a las personas cruzadas a lo largo del recorrido, pude conocer, aprender y mejorar mi español. Sin embargo, cuando miro hacia atrás, me parece claro que el concepto de hablar otro idioma es mucho más amplio que este. Vine al otro lado del océano en busca de nuevos estímulos y nuevas perspectivas para poder aprender algo útil como persona y como profesional. Pude conocer un país y vivir experiencias que me enseñaron el valor del tiempo no siempre asociado con una productividad material sino más bien con la constancia de la presencia, el compromiso y el cuidado de las relaciones, la importancia de comprender y ver las situaciones de manera multidimensional para poder producir soluciones adecuadas e intervenir en los problemas reales. La fuerza y la implicación de creer y actuar como individuos y como comunidad para que puedan producirse cambios a nivel social y político para que los derechos humanos sean reconocidos y tutelados para todos los seres humanos, también y sobre todo los más frágiles. Más que todo Argentina me ha dado la posibilidad de entender como el propio punto de vista y la perspectiva desde la que se mira el mundo sea relativa a la realidad en la que se vive y que moviéndose incluso de a poco y abriéndose a la posibilidad de conocer lo desconocido esta perspectiva pueda tener distintos significados y formas, que enriquecen y permiten comprender los problemas del mundo y de la humanidad de una manera más compleja y abierta. Hablar otro idioma para mí significa esto, aprender de la diversidad y la complejidad, aceptar que surjan nuevas preguntas sin tener necesariamente respuestas, dejarse interesar por los problemas y los recursos del lugar que se está habitando, comunicar y construir relaciones con las personas, ampliar los horizontes suspendiendo el juicio y dejándose llevar por las batallas que cada pueblo libra en su territorio con el objetivo más alto de aspirar a la justicia social para que el mundo que todos habitamos pueda ser un lugar con menos desigualdades, más justo e inclusivo.

Gracias a todos mis compañeros de Intercambios, Las palabras no pueden expresar lo agradecida que me siento por nuestro encuentro y por la riqueza de estímulos, pensamientos, emociones e ideas que llevo conmigo. Con el objetivo y la esperanza que esto no sea un adiós, deseo a todos ustedes que sigan habitando el mundo con la inteligencia y la apertura que los caracteriza.

Eleonora


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